sábado, 23 de octubre de 2010

Hotel on a hill

Comienzo:

En una alta colina, almas vagan al son del viento. Graciosos movimientos.
Noto la brisa pura en mi cara, mi cuerpo se estremece y noto como mi piel me pide a gritos una caricia, para que los poros vuelvan a su sitio. Mi cabello se mueve hacia atrás y mis ojos se cierran. Pulmones con aire limpio, mi cuerpo siente una sensación de alivio.
Mis párpados se abren lentamente dejando a los ojos ver las enormes escaleras. Miro mis tacones y mi maleta. No puede ser.
Un pequeño hotel con cristaleras inmensas al final. Mujeres viendo la tele, niños jugando y hombres fumando. Un pequeño mundo en la colina.
El sonido del viento en mis oídos me transmite cierta incomodidad, el frío se apodera de mí.
¿Aún no? Malditas escaleras.
 Hotel hogareño, de madera y típico de películas de terror.
Miro hacia atrás y mis pensamientos de que un loco suba para matar pudiendo hacer lo mismo en la ciudad… Conclusión es poco probable que suban a matarme si con ello tienen que subir las miles de escaleras con un 99,9% de pendiente.
Las puertas se abren, entro. Maldito hotel deshabitado.
Polvo por todas partes, viejos muebles, y por qué no un esqueleto, culminaríamos el día.
-          ¿Desea algo?
Entre la penumbra con ojeras y pelo blanco aparece un decrépito hombre. Grito como es normal ya que me toca la espalda y yo solo pienso en moto sierras y cuchillos.

Como que no hay habitaciones.
Decidido, hoy no es mi día, pero tampoco voy a bajar las escaleras que tanto me costaron subir.
Otro ser aparece entre la penumbra, en este caso no es un decrépito pero si un hombre corpulento pero su pelo y sobre todo su flequillo pelirrojo no deja verle completamente la cara. A pesar del rojo que marca su pelo se puede apreciar una cicatriz que le parte la cara de un lado a otro diagonalmente, a pesar de eso es hermoso.
-          Le sugiero que duerma en la suite presidencial, yo la ayudaré. Sígame.
Ya entiendo que no reía levemente sin motivo.
La noche la pasaré en el sillón de la recepción.
Niños y niños y niños y más niños jugando, gritando, pintando las paredes, ¿ningún adulto?
Tengo aspecto de Golum en una esquina de mi “suite presidencial” pero no me importa, sigo leyendo pero de vez en cuando miro hacia el Pelirrojo, que por cierto su placa dice que se llama así.
Misterioso es pero también tenebroso.
Me dirijo a la cocina y él me sigue aunque se desvía, pero no sé a dónde. Ya en la cocina veo un cartel: “la cena en la repisa”. No era muy apetecible pero lo comí.
Los niños se han ido y creo que intentaré descansar ya que ningún asesino vendrá, todos los están soñando y por supuesto que he ido al baño a vomitar, esa especie de veneno para ratas me sentó mal.
La comida no es muy buena y puedes enfermar, pero realmente hay otras razones para quedarse.
Veremos lo que me depara este hotel mañana.



Mañana I día en el hotel.

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