miércoles, 27 de octubre de 2010

Hotel on a hill

BUSCA LA PRIMERA PARTE, CON EL MISMO TÍTULO HOTEL ON A HILL.


Día I en Hotel on a Hill: Suerte

Mi espalda dolorida pero mi mente y mi cuerpo (excepto lo anterior) perfectamente sobre todo mis pies. Malditos escalones.
Nada más abrir los ojos noto esa brisa escalofriante en mi cara, me intento tapar pero no encuentro la manta. La busco ahora con los ojos cerrados, pero al final tengo que abrirlos, no hay más remedio ¿dónde está la manta?
Sigo con los ojos cerrados y al agacharme una rendija de luz entra en mis grises ojos. No me doy cuenta que hay una pequeña mesa de café y voila, sangre.
Me golpeé la cabeza, en la parte derecha, estoy mareada. Me escurre algo por la cara, con el dedo índice lo toco y si tenía los ojos medio cerrados ahora los tenía como platos. La sangre es muy escandalosa.
Voy directa al baño, dichosos espejos esta mañana me han puesto más ojeras que las que normalmente tengo por las mañanas y eso que he dormido plácidamente. El pelo tampoco ayuda y no hablemos del río de sangre que me corre por la cara.
 Abro el grifo y de repente alguien abre la puerta. ¿Me podría pasar algo peor? Pues sí. Me asusté tanto por el chirrido de la puerta vieja que el espejo que antes me había puesto ojeras ya no estaba entre nosotros si no en un lugar… mas inferior, pero claro como era un día especial, no podía caerse sin más si no que tenía que cortarme la mano. Ya lo veo en los periódicos chica desangrada en aseos de un hotel con aspecto tétrico.
Era un hombre gago o eso me pareció porque al verme sangrando no pronunció ni una frase del tirón. Era pequeño con gafas que le disminuían los ojos al tamaño de una lenteja y digamos que tenía indicios de entradas aunque se le unían con la clarea que tenía similar a la de un fraile.
El hombre salió corriendo y gritando: ¡La he matado, la he matado!, y yo en el suelo recogiendo los pedazos del espejo roto. Un baño con baldosas a cuatros con una bañera grande y despegada de la pared, cristales en el suelo, sangre fluyendo por las uniones de las baldosas y una mujer en el suelo bañada en sangre.
El amable mayordomo y también muy silencioso me toco el hombro y yo retando a mi suerte no me corté, simplemente me asusté. Me tendió la mano y me dijo que le siguiera.
No llames a la ambulancia para qué cuando te desangras no es doloroso te empiezas a dormir y llega un momento que te desmayas y mueres, pero sabes qué, tómate tu tiempo, no hay prisa.
Al salir del cuarto de baño seguimos por el pasillo de la moqueta roja, muy sucia por cierto. Entramos en el pequeño y único ascensor del hotel. Él con la mirada perdida introdujo una llave en una ranura que indicaba la planta número 5. Yo lo miraba y hasta le hice una mueca, parecía irreal todo, este hotel, mi suerte, las personas,…
¡Tiin! Dije sonriendo, repitiendo el sonido de la campana de aviso para abrir la puerta del ascensor. Al ver que no me prestó atención, baje la mirada y se me esfumó la sonrisa.
Un resplandor me cegó. La habitación era asombrosa, era toda una planta.

¿Quieres saber que pasó en esa habitación y de quién era?
Mañana Día I: La habitación

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